lunes, 7 de enero de 2013

Allá ellos y sus miserias

El ocho de diciembre pasado un anuncio marcó el inicio del transe mas difícil para nuestra República en los últimos cincuenta años, el hombre que ha encabezado el proceso político más significativo de la América actual debe ser sometido por cuarta vez a una operación en su lucha por la vida.

Desde aquella noche la vida de muchos ha cambiado en diferentes formas y niveles. Y claro que hay un cambio, mucho se ha dicho de la necesidad de rezar y poner todas nuestras energías en la recuperación de ese hombre, que aunque nos guste o no y aunque lo creamos o no, es mortal. 

Yo conocí a Hugo Chávez una tarde de febrero siendo a penas un niño, aún guardaba en mi mente el recuerdo de venezolanos asesinados por la Guardia Nacional de 1989, mi madre nos escondió en el hospital Pérez de León de Petare al ver como caían de disparo certero en la cabeza y el rostro ante el “Muro” que debería ser recordado como el muro donde al menos sesenta petareños fueron asesinados a sangre fría por francotiradores enviados por CAP.

Desde aquel día soñaba con algo similar a lo que aquel soldado delgado y de piel tostada nos regalo con un simple pero significativo “por ahora”. Recuerdo que fui expulsado de la escuela cinco días por hacer un dibujo de su rostro calcado de la portada de un periódico con el texto: Libérenlo. Recuerdo a ese mismo flaco salir de la cárcel anunciando la toma política del poder y luego jurar ante una moribunda constitución para luego darnos la oportunidad de escribir la más avanzada del planeta. 

Recuerdo mil batallas y las víctimas de Llaguno, recuerdo a ese hombre ya no tan delgado con un Cristo en la mano llamando a la reconciliación nacional. Con el paso del tiempo me tocó acompañar a ese hombre en un viaje de diez días en el que envejecí al menos tres años. La energía de Hugo Chávez que conozco no es normal y es sólo producto de un amor infinito, casi un milagro por un país y por su gente. 

En estos días en los que esa fuerza se ha puesto a prueba y duda hemos llamado a la unidad y luchamos por ella a pesar de todo. Lamentablemente en un mundo tan conectado como el actual y en un país que cuenta con el mayor numero de “tuiteros” del mundo, por sólo citar un ejemplo; la miseria está a la mano o debería decir a un clic.
La operación de guerra psicológica que se ha desatado en torno a la vida y salud del-repito-el hombre más fuerte y constante que he conocido, forma parte de una agenda política lanzada desde los mismos lugares desde donde se han lanzado operaciones similares contra Cuba y Nicaragua y desde donde se ha controlado la opinión pública mundial para tener pretextos que sirvieron para invadir Libia y tratar de aplicar el mismo libreto contra Siria.

El odio de los que se hacen llamar demócratas y que llaman a paro nacional desde sus cómodas habitaciones de hotel cinco estrellas o desde Miami Beach parece incontrolable y asqueroso por decir lo menos. La pregunta es… Responderemos a cuanta basura se lance desde un grupúsculo de cobardes y palangristas o seguiremos dejando que un matasanos de quinta que escapó del país por ser acusado de tráfico de órganos mientras trabajó en el Hospital Clínico Universitario siga moviendo nuestras emociones y jugando con nuestro amor por Chávez?.. Yo diría que no. 

El ataque con la verdad y el combate activo en las calles deben ser nuestras armas. No dejar que la tristeza nos tumbe y seguir trabajando por un país fuerte que sigue creciendo en lo económico, lo social, un país en el que cada jueves cientos de familias reciben un hogar digno. Hace algunos días entrevistaba a una mujer maravillosa en Guatire y me decía: “Que lo sepa el mundo Jordán, que aquí Chávez no ha arado en el mar como dijo Bolívar. Chávez está en cada bloque, cada campo, cada niño, cada hombre y cada mujer”.
Esa creo debe ser nuestra consigna, además de consolidar la unidad pero desde la honestidad, en momentos como estos la Revolución no necesita de jalabolas, ni lambones, ni de ineficientes, ni de corruptos. Si entendemos esto creo que iremos por buen camino y estaremos listos para esperar con nuestra mejor sonrisa y con la alegría de saber la Misión Cumplida cuando ese guerrero que lucha en la Habana vuelva a nuestra tierra para fundirnos en un abrazo de amor puro y verdadero… Allá ellos y sus miserias.