martes, 17 de febrero de 2015

No más

Bolívar dijo alguna vez que su vida estuvo siempre ligada, yo diría manchada, por la traición de muchos, esos mismos que lo mandaron a morir en Santa Marta con camisa prestada después de tanto batallar. Hoy la traición como hace 200 años mancha nuestra historia y cierne sobre nosotros sombras terribles de muerte y desesperación fascista.



La reciente denuncia hecha por voceros de la Revolución sobre el plan de un grupo de apátridas de uniforme azul, para montar algo similar a lo de Abril de 2002 y ametrallar al Presidente en un acto público, hecho tras el cual estaría la mano invisible del imperio gringo, los financistas de María Corina Machado y las caras más visibles como la del lamentablemente Diputado Julio Borges no hacen más que demostrar que estamos del lado correcto de la historia.

Nuevamente la propuesta de la ultraderecha no es otra que la muerte de inocentes con el único fin de tomar el poder a como dé lugar y devolver a la burguesía un país que creen les pertenece por derecho divino. Los que hablan de que Chávez nos dividió buscan llenar de sangre nuestras calles, son los mismos hipócritas que se burlan de un Estado que los llama al diálogo y al respeto de las leyes, los mismos de las guayas, los mismos que un su frustración se quedaron con las ganas de bombardear el Palacio de Miraflores, edificios habitacionales y medios de comunicación.


Hoy no escribo como algo más que vocero de una juventud que entiende que no se le puede seguir dando votos de confianza a una burguesía terrorista y asesina como la que nos ocupa en estas líneas; pido mano dura y paz para la mayoría, pero también escribo para pedirle a quien me lee que entienda que la violencia, la muerte y las bombas no son parte de la política, pido por la sabiduría, por el respeto a la vida, pido por la República que es el único bien que nos ha quedado después de tanta traición y muerte.