domingo, 10 de marzo de 2013

Juramento de Combate ante el Padre de la Revolución Bolivariana



Algunos insisten en decir que no estarás más con nosotros
Otros se niegan a entender que lo que vive dentro del alma nunca muere
Como nunca muere el compromiso de hacer levantar la cabeza a esos
Que viven mirando al suelo y ocultando su cara al sol.

Como nunca muere la sonrisa de los niños, ni el canto de las aves, ni el vuelo del cóndor
Lo que vive en el viento, en las estrellas, en la sangre escarlata.

¿Cómo decir que deja de latir el corazón cuando la voz se escucha en el paso de la tropa?
¿Cómo decir que este dolor no es fuerza cuando nos hace gritar que estaremos junto a ti toda la eternidad?

Nos enseñaste a amar, a perdonar.
El valor del sacrificio y el trabajo
De humildad y gracia
De honestidad y respeto... ¿Cómo alguien podría pensar que un legado así está muerto?

Tú que eres el mejor de todos los juglares
Cantando las gestas de Bolívar y de Páez
Contando de Maisanta y de aquella madrugada en la que hecho luz de relámpago pusiste fin a la oscurana
Tú que desentonas en cada canción y aún así nos haces tararearla hasta el fin.

Quién puede ser tan ciego para seguir mintiendo sobre ti.. ¿Quién?

Dices hasta pronto con una sonrisa en el rostro
como sabiendo que heredamos tus ganas, tu firmeza, tu pureza para seguir en batalla.

Así es camarada, padre de todos, hermano de todos, amor de todos...
Aquí están tus hijos. Esos que se sienten responsables de no haber podido frenar tantas mentiras contra ti
Esos que te vieron convertirte en polvo de estrella y subir a brillar desde lo más alto.

Nunca más fallaremos
Nunca más dudaremos
Nunca más una mentira sin que nuestra mano la detenga

Hugo... Tus Combatientes asumen su fila en el campo de batalla
Comandante invicto... Adelante, adelante, adelante!
Con tu espada y nuestra palabra tu hasta siempre será victoria consolidada.

Comando de Comunicadores Bolivarianos por la Transformación del Estado al Socialismo.

10 de marzo de 2013.


CARTA A UN PADRE


Por: Jordán Rodríguez
Llego de la calle agotado, con la piel tostada y las manos llenas de mugre. Pasé las últimas horas acompañando a un hombre que siento, dio su vida por mi, por ti, por Diego, por Simón. Sin ninguna clase de pudor y con lágrimas que a penas me dejan escribir recuerdo a Hugo Chávez, ese hombre de manos fuertes, sonrisa de niño  y mirada clara y transparente que para mi fue mucho más que un padre.
Hoy… Cientos, miles, millones gritan su nombre convencidos de que Hugo Chávez no ha muerto, de que todos somos Chávez y de que ese Guerrero que cambia de plano no lo hace en vano. Ya una vez le fallamos a Bolívar quien bajó al sepulcro atormentado por sentir que había arado en el mar; hoy no podemos hacerle lo mismo al arañero de Barinas.
Nadie me está preguntando pero conocí a Hugo Chávez aquella mañana del “Por ahora”, aún no borraba de mi memoria de niño los muertos de Petare en el Caracazo. Para ese entonces fui expulsado del Colegio por dibujar un rostro de Chávez con el texto “Libérenlo”, luego de aquella breve aparición, mi abuelo –un viejo carpintero comunista- decía que volveríamos a ver a ese flaco y así fue.
Como el Catatumbo apareció de nuevo en medio de la noche de 1998, nos llamó a refundar la República y de ahí en más lo vi crecer, darnos el lápiz para escribir una constitución, abrazar al enfermo, dar techo al desvalido, golpear al traidor. Una de muchas noches en Miraflores lo tuve al alcance de la mano, le hice una pregunta que no recuerdo y se volteó, tomó mis manos y me respondió como un padre que enseña a su hijo, esa sería la primera de muchas lecciones.
Viajé a su lado por medio mundo y era impresionante ver tanta energía en una sola persona; siempre el primero en levantarse, siempre corriendo, siempre trabajando, sin comer, sin dormir, sin bajar los brazos; todo por nosotros. Estuve en la guerra y al volver, fue él quien me abrazó dándome el honor de su respeto.
Yo no conocí a mi  padre biológico pero ese señor hizo más por mi alma que cualquiera. Por eso hoy pido respeto y “eficiencia o nada”, pido conciencia a nuestro pueblo para seguir en unidad construyendo la obra en cuyas bases está el pensamiento chavista. Pido honestidad pues siento que fue la falta de esta en muchos de los que se visten de rojo la causa principal del desgaste de Hugo.
Hoy volví a encontrarme con nuestro padre, paso como un huracán por las calles de la Caracas que transformó para siempre, con sus edificios blancos y rojos, con el metrocable, con el Bus Caracas. Hoy lloré al decirle: Nos vemos pronto padre para que vuelvas a regañarme para luego sonreír. Hoy más que nunca entiendo que debemos fortalecer el Chavismo como forma de vida, como corriente de pensamiento y como tendencia política. Hoy sé que no araste en el mar Hugo y aquí tienes a uno de tus hijos, millones de ellos, que daremos nuestra vida por consolidar la unión de la que habló Bolívar y la Venezuela Potencia con la que nos enseñaste a soñar y por la que trabajamos de sol a sol.
Nos vemos pronto padre. Te amo.