De gira por el sur me llegó la
noticia: Israel nuevamente rompe la frágil paz del medio oriente y ataca a
Siria, un país que lleva casi tres años resistiendo la guerra que desde salas
de redacción de occidente se levantó con el único fin de asesinar, como
hicieron con Gaddafi, a Bashar Al Assad. Nuevamente el libreto ensayado en
Puente Llaguno en el año 2002, afinado contra Manuel Zelaya y perfeccionado en
Trípoli es implementado por el cártel de la manipulación encabezado por NBC,
CBS, CNN, BBC, Al Jazzira y otros aliados de la mentira. Ya en los próximos
días veremos como se habla de los ataques del “régimen Sirio” contra “rebeldes
que luchan por la libertad y democracia”, mientras la lluvia de informaciones
no confirmadas desborda las primeras planas y la red.
Lo lamentable no es ser testigos inmóviles
de la manipulación y el engaño, es peor ver como algunos títeres de la
televisión y la prensa nacional se hacen eco de los llamados irresponsables de
voceros que han planteado la necesidad de que en Venezuela se de un escenario
similar. No creo haber sido el único que escuchó a Henrique Capriles Radonski decir
que “ante la falta de respuesta de las instituciones nacionales siempre queda
abierta la posibilidad de ayuda externa”; no creo ser el único que sufre al ver
a esos que se hacen llamar periodistas mientras se burlan de la voluntad de la
mayoría y de su derecho a soñar utopías como la paz. A ellos, mis colegas
faltos de ética y ciegos de odio, les digo algo que repito desde que salí de
una Libia destrozada por el fuego de la OTAN: Una bomba de 300 kg no diferencia
entre un chavista orgulloso o un opositor amargado.
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